Investigación en movimiento

Ciencia e investigación de la UNLa

Desmalvinización y remalvinización

La Causa de Malvinas es un verdadero parteaguas en la cultura política argentina. Por un lado, las élites argentinas han asumido, sin ningún espíritu crítico, la versión impuesta por los británicos sobre la guerra de 1982. Mientras tanto, la inmensa mayoría de nuestra comunidad, ha sostenido su convicción acerca de la justicia de nuestra reivindicación soberana, y, pese al bombardeo de la propaganda desmalvinizadora, continúa homenajeando a los caídos en combate como a héroes, sintetizando en la imagen de las Islas, las aspiraciones de nuestra independencia inconclusa.

De esta manera, se reitera una constante de nuestra historia: las clases dirigentes reproduciendo el pensamiento colonial; el pueblo, resistiendo al mismo a través del mecanismo de la negación, tal como lo definiera el pensador Rodolfo Kusch[1].

Nacimiento de la «desmalvinización»

El neologismo «desmalvinizar» lo inventó, en un bar de París, el politólogo francés Alain Rouquié a principios de 1983, frente al periodista y escritor Osvaldo Soriano, que lo entrevistaba para la Revista Humor[2].

El argumento del intelectual galo consistía en quitarle a los militares la justificación de su existencia a través de la «guerra limpia» de Malvinas, lo que les permitiría tapar el accionar de la «guerra sucia», conservando porciones de poder que podrían amenazar la estabilidad de la inminente democracia.

Para implementar esta maniobra, se imponía deslegitimar cualquier argumento reivindicatorio de la recuperación argentina de su territorio usurpado, adoptando el punto de vista ensayado por la primer ministro británica Margaret Thatcher, cuando decidió enviar, al Atlántico Sur, a la mayor fuerza militar británica luego de la II Guerra Mundial y de la invasión anglo-francesa-israelí al Sinaí.

Thatcher había caracterizado al acto de recuperación argentina ante su parlamento como la maniobra de una dictadura bananera latinoamericana que pretendía usar el evento para perpetuarse en el poder, pisoteando los derechos humanos de ciudadanos británicos ubicados en territorios de ultramar. Obviamente, su gobierno —arrogándose la representación de los valores democráticos propios de la civilización occidental—, no podía permitirlo, so pena de alentar a otros regímenes autoritarios a hacer lo mismo.

Sobre esta base, la habilidosa inteligencia británica desarrolló toda una batería de argumentos que difundieron en tiempos de guerra en forma directa, y en tiempos de posguerra de manera indirecta a través de sus agentes y voceros vernáculos.

La desmalvinización como política de estado

El primer acto de desmalvinización —aún antes de la creación del término— lo produjo la última Junta de la dictadura militar, asumida a la caída del Gral. Leopoldo F. Galtieri. En efecto, los generales Reynaldo Bignone y Cristino Nicolaides dispusieron el regreso de los combatientes en absoluto secreto, tratando de impedir su encuentro con el resto del pueblo argentino. Pero las recomendaciones de Rouquié se convertirán en política de Estado con el triunfo de Raúl Alfonsín, electo como presidente de la Nación del primer gobierno posdictadura.

Luego de un tímido y breve intento de rebelarse contra los organismos financieros internacionales por la cuestión de la deuda externa, Alfonsín sucumbió ante la presión y adoptó el programa completo impuesto por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Además de legitimar la deuda contraída por la dictadura, intentó la destrucción del modelo sindical argentino (Ley Mucci), la privatización de las empresas públicas (Rodolfo Terragno), el desmantelamiento de las Fuerzas Armadas y la destrucción del remanente aparato productivo industrial.

Para consumar este plan que suponía la continuidad y profundización de las políticas enunciadas y ejecutadas por José Alfredo Martínez de Hoz y sus secuaces, se imponía la ejecución de una estrategia de desarme espiritual del pueblo argentino. La profundización de la derrota argentina en la batalla por la recuperación de la soberanía de Malvinas, fue la estrategia principal instrumentada por el régimen alfonsinista y sus mandantes externos para poner a la Argentina de rodillas.

En el primer año de su presidencia, aseveró que «el 2 de abril no hay nada que festejar», y en gira por el exterior, afirmó que «Malvinas comenzó como un carro de gloria y terminó como un carro atmosférico».

Durante el gobierno de Alfosín, todos los medios oficiales u oficiosos se encargaron en forma cotidiana de machacar esta versión tan funcional a los intereses colonialistas, que encontró su producto más nocivo en las conclusiones del II Congreso Pedagógico Nacional. La única mención a la cuestión de la usurpación británica de nuestros territorios en el Atlántico Sur, se dará en el Capítulo de Ciencias Sociales de los Contenidos Básicos Comunes de la Educación General Básica, con el título «Malvinas: la decadencia de la dictadura militar».

De esta manera se redujo la Causa de Malvinas a la guerra de 1982, y ésta, a las causas endógenas del régimen gobernante, suprimiendo el análisis de cinco siglos de conflictos entre los reinos de España e Inglaterra, los dos siglos de relaciones asimétricas entre la República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña, la dimensión territorial en disputa, y las circunstancias geopolíticas en el momento de escalada del conflicto.   

La cristalización de esta visión reduccionista, episódica y antihistórica del conflicto, ha permitido que el sistema educativo argentino se haya visto impedido de formar a las nuevas generaciones en la realidad semi-colonial que nos aqueja.

Durante el mandato alfonsinista se suicidaron cientos de exsoldados combatientes, a nuestro entender, más por la agresión cultural desmalvinizadora que por la experiencia en las acciones armadas. No obstante, es justo reconocer que Alfonsín mantuvo la ruptura de las relaciones bilaterales ante la negativa británica de incluir la cuestión de la soberanía en las conversaciones, y el reclamo ante la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Lo que no pudo concretar el gobierno de Alfonsín, lo hizo el gobierno de Menem. El 19 de octubre de 1989 se suscribió en Nueva York la Declaración Conjunta bilateral de reanudación de las relaciones diplomáticas, adoptando el eufemístico «paraguas de soberanía» y renunciando a investigar los crímenes de guerra cometidos por los británicos durante el conflicto armado de 1982[3].

La República Argentina abandonó el reclamo ante la Asamblea General de las Naciones Unidas y su integración en el grupo de Países No Alineados, suscribiendo a partir de ese momento sucesivas declaraciones conjuntas que conformaron un verdadero tratado de rendición incondicional al Reino Unido de Gran Bretaña, eludiendo su tratamiento y aprobación por parte del Congreso de la Nación[4]

Paralelamente, el 11 de diciembre de 1990, se suscribió el Tratado de Promoción y Protección de Inversiones argentino-británico [5] , vigente hasta la fecha, mediante el cual nuestro país inició el camino de entrega de los recursos económicos estratégicos a capitales mayoritarios de compañías que integran la Comunidad Británica de Naciones. (Canadá, Australia, Sudáfrica y Reino Unido de Gran Bretaña). Además, la liquidación patrimonial de las principales empresas públicas, también fue a parar a manos británicas, muchas veces tras la máscara de terceros países, como fue el caso del Reino de España con la privatización de YPF (Repsol fue la pantalla de la British Petroleum).

No obstante, el gobierno menemista permitió el desarrollo de algunas políticas malvinizadoras, como la organización de los viajes-homenajes por parte de las familias de los Héroes caídos al Cementerio de Darwin, el aval para la construcción del monumento, la ejecución de políticas de reconocimiento a veteranos de guerra y derecho-habientes de los Héroes, la conformación del MERCOSUR, y la inclusión de la Causa de Malvinas en la nueva Constitución Nacional.

En cuanto a las grandes líneas desmalvinizadoras, permanecieron incólumes en las estructuras pedagógico-culturales.

Fernando Cangiano, ex soldado combatiente en Malvinas y psicólogo, enumera así los objetivos de la desmalvinización[6]:

  • Desmovilizar a la sociedad argentina en su lucha por la Soberanía.
  • Infundir derrotismo en la conciencia popular para enfrentar a los poderes mundiales.
  • Crear las condiciones político-culturales para aplicar el programa neoliberal ya iniciado por la dictadura cívico-militar.
  • Deslegitimar el nacionalismo popular como bandera de los pueblos frente al capitalismo mundializado.
  • Asociar la Causa de Malvinas al Terrorismo de Estado.
  • Escamotear las enseñanzas derivadas del conflicto (papel de EE.UU. y Europa, apoyo de América Latina, la farsa del TIAR, etc.).

En cuanto a la narrativa desmalvinizadora, Cangiano describe la estigmatización de los soldados reduciéndonos a «chicos de la guerra», la demonización de todos los militares profesionales participantes en el conflicto, la exculpación de la nueva invasión colonial británica y el ocultamiento de los crímenes de guerra cometidos por las autoridades y las tropas británicas.

Rosana Guber, una de las cientistas sociales que más y mejor ha investigado la guerra de Malvinas y sus consecuencias sobre los combatientes, interpeló a sus colegas en un potente escrito publicado en ocasión del 40. ° aniversario de la recuperación transitoria de los territorios sur-atlánticos[7].

No se investiga sobre la Guerra de Malvinas porque los investigadores de humanidades y ciencias sociales piensan que si se van a meter en la cuestión militar van a salir haciendo la venia. Es una enorme simplificación. Yo creo que no se quiere trabajar en niveles que expliquen qué pasó realmente en la Guerra de Malvinas, porque entonces se complejizaría el análisis. Y nos encontraríamos con cosas que no estamos dispuestos a aceptar. No queremos saber qué pasó en Malvinas porque es una guerra hipermoralizada y sólo se puede ver con un signo más o con un signo menos, nunca con varios signos mezclados, que es lo que verdaderamente pasa en las guerras.

Así describe Guber el proceso de desmalvinización en el mundo académico, obstruido de pensar el acontecimiento contemporáneo de mayor relevancia para nuestro devenir histórico y político.

La excepción en este estado de cosas, es la creación del Observatorio Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús, hasta el momento el único espacio universitario dedicado a la investigación, la docencia y la cooperación sobre la Causa de Malvinas y demás territorios aún en manos de una potencia colonialista extracontinental.

La remalvinización como proceso necesario y urgente

En el año 2006, durante el gobierno de Néstor Kirchner, se sancionó la Ley Nacional de Educación 26.206, que en su artículo 92, inciso b), estableció la obligatoriedad de incorporar la Causa de Malvinas como temática transversal y multidisciplinaria en los distintos niveles educativos, desde la perspectiva determinada en la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional[8].

Asimismo, en 2022, durante la gestión de Alberto Fernández y con motivo de cumplirse cuatro décadas del conflicto bélico, se sancionó la Ley 27.671 de Capacitación Obligatoria, Periódica y Permanente para todas las personas que se desempeñen en la función pública en todos sus niveles y jerarquías en los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación[9].

Ambas normativas habilitan oportunidades históricas para revertir la desmalvinización; no sólo eso, permiten imaginar un cambio paradigmático en el sistema educativo nacional, hegemonizado por visiones liberales —de izquierda y de derecha—, desde la consolidación del proyecto pedagógico sarmientino-mitrista, y también la enunciación de visiones prospectivas soberanistas de nuestra política internacional.

Quizás sea esta posibilidad la que generó una resistencia encarnizada a cumplir las nuevas normas por parte de sectores funcionales al colonialismo. Una demostración de ello fue la polémica suscitada por la Ley 26.651[10], sobre la aplicación del mapa bicontinental, que retrataron con lucidez Ernesto Dufour y Ariel Triulzi[11].

Para enfrentar el entramado colonial, urge construir otro que lo enfrente desde adentro. Ya no sólo se trata de dar la «batalla cultural», sino de una nueva dimensión polemológica, que los especialistas llaman «guerra cognitiva»[12].

Sin ánimo de exhaustividad, la remalvinización de las conciencias de las nuevas generaciones —principales destinatarios de nuestra acción—, deberá indagar acerca de los siguientes problemas:

  • La contextualización histórica del conflicto de soberanía en el Atlántico Sur, como herencia de las luchas entre los reinos de España e Inglaterra.
  • La indagación de las causas del conflicto armado de 1982 (endógenas y exógenas).
  • La sistematización analítica sobre los argumentos, objetivos y metodologías de la desmalvinización y su vinculación con la tradición anglófila vernácula.
  • La investigación sistemática del pensamiento y acción estratégicos (pasado y presente) del enemigo colonialista.
  •  La reflexión sobre los cambios geopolíticos contemporáneos y su incidencia en el Atlántico Sur.
  • La evaluación de los efectos positivos de la contienda bélica de 1982, en el proceso de Integración Regional.
  • La relevancia de la Causa de Malvinas para la recuperación y actualización del Modelo Argentino para un Proyecto Nacional.

La Universidad Nacional de Lanús, cómo hemos señalado anteriormente, hizo punta en el abordaje de la Causa de recuperación de nuestras Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y espacios marítimos e insulares correspondientes, constituyendo el primero —y hasta ahora, el único—, organismo universitario que se dedica efectivamente a esta problemática central de nuestra Nación.

No obstante, la dinámica de cada departamento y de las demás áreas educativas no suele facilitar la integración horizontal y el conocimiento del trabajo que cada uno realiza. Por eso, consideramos importante la inclusión de contenidos referidos a la Causa de Malvinas en el Seminario de Pensamiento Nacional y Latinoamericano, así como el intercambio del Observatorio Malvinas, dependiente de la Secretaría de Investigación y Posgrado, en proyectos de investigación, docencia y cooperación con las distintas áreas que integran la UNLa.

En forma simultánea, nos proponemos retomar con fuerza la integración con los nodos existentes y a crear en otras Universidades Nacionales y organizaciones libres del pueblo que defienden la Causa de recuperación de nuestras Islas Malvinas y demás territorios correspondientes, en la Red Federal Malvinizar, desarrollando proyectos de investigación, docencia y cooperación.

* César Trejo es el responsable del Observatorio Malvinas, Secretaría de Investigación y Posgrado-UNLa


[1] https://es.scribd.com/document/483098550/comp-Kusch-La-negacion-en-el-pensamiento-popular-67-copias-pdf

[2] https://www.facebook.com/humorregistradoweb/posts/antolog%C3%ADa-hum-alain-rouqui%C3%A9-reportaje-de-osvaldo-soriano-publicado-en-revista-hu/1803694666499440/

[3] https://www.iri.edu.ar/publicaciones_iri/manual/Malvinas/Madrid%20I.pdf

[4] https://es.scribd.com/document/581912479/Los-Tratados-de-Paz-Por-La-Guerra-de-Las-Malvinas-Desocupacion-y-Hambre-Para-Los-Argentinos-Julio-C-Gonzalez

[5] https://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/582/norma.htm

[6] https://www.amazon.com.mx/MALVINAS-cultura-derrota-sus-mitos/dp/9878501329

[7] https://observatoriomalvinas.legisrn.gov.ar/rosana-guber-no-queremos-saber-que-paso-en-malvinas-porque-es-una-guerra-hipermoralizada/

[8] https://www.congreso.gob.ar/constitucionDispTransitorias.php

[9] https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-27671-367440

[10] https://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/175000-179999/175020/norma.htm

[11] https://revistas.unlp.edu.ar/malvinas/article/view/14140

[12] https://www.esgcffaa.edu.ar/pdf/ESGCFFAA-2016_pdf-154.pdf

César Trejo*

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