Cartografías del cuidado en el Club de Día del Centro de Personas Mayores en la UNLa
En 2020, con la declaración de la pandemia por COVID-19 y ante la medida de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) en Argentina, las actividades de Atención Primaria de la Salud se suspendieron mayoritariamente; muchos centros sanitarios del primer nivel cerraron o restringieron la atención a emergencias y los centros de diagnóstico y hospitales descontinuaron los servicios programados. En tanto, otros programas vinculados al campo de la salud desde la prevención y promoción desarrollaron distintas estrategias para sostener la atención y servicios brindados con anterioridad al ASPO. La crisis económica y habitacional se agudizó, instituciones que habían iniciado procesos de transformación (como algunos hospitales neuropsiquiátricos monovalentes) debieron reorientar sus tareas para garantizar tratamientos y el acceso a medicación a pacientes ambulatorios así como prevenir los contagios entre las personas internadas. Cualquier avance programado en materia de salud comunitaria y atención primaria quedó en suspenso.
En contrapartida, en muchas situaciones desde el estado se apeló a la autoatención y a las redes de cuidado comunitario como recurso para asumir estrategias de prevención, detección de los síntomas de coronavirus y contención de la enfermedad, tales como el aislamiento y la cuarentena (Menéndez, 2020). En ese contexto, la Universidad Nacional Lanús amplía sus actividades de cooperación con la comunidad: se despliega un dispositivo de asistencia alimentaria a algunos comedores de la zona y se organiza un dispositivo para la vacunación del Covid-19. El Centro de Personas Mayores “Mario Strejilevich” (en adelante, CePeM), sostiene su programa de capacitación y contención, que venía desarrollando desde 2013, generando una innovación espontánea de sus prácticas: la construcción de modos alternativos de acompañamiento y asistencia a distancia. Además, continúa con la actividad académica-docente (con modalidad a distancia) así como con la formación y acompañamiento a personas mayores.
Este artículo coloca el foco en las actividades desarrolladas –en el marco antes descrito- en el Club de Día del CePeM, creado en convenio entre el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (INSSJY) y la UNLa, ambos de dependencia del estado nacional argentino.
El CePeM: un faro para la inclusión con dignidad
La creación del CePeM surge como una necesidad de promover y operativizar políticas públicas con perspectiva gerontológica, a través del intercambio permanente entre la realidad de nuestra comunidad, la investigación y la docencia. Desde el año 2005 hasta la fecha se ha ido conformando un equipo de trabajo con un eje común: la construcción de conocimiento y el desarrollo de propuestas y prácticas sociales cooperativas e interinstitucionales con las personas mayores. Funcionan en la actualidad cuatro programas comunitarios: el de capacitación (vinculado al UPAMI1), el Club de Día, el Voluntariado Social y los Premios Trayectoria. En sus actividades se incluyen aproximadamente 3000 personas por año.
Desde una perspectiva de derechos, se parte de la idea de “envejecimiento activo”(OMS, 1990); se trata de un proceso vinculado a la optimización de oportunidades bio-psico-sociales, poniendo énfasis en la participación social, económica y cultural de las personas mayores como sujetos de derecho. Este concepto impulsa a la generación de actividades socialmente productivas y gratificantes y es sostenido por organizaciones nacionales, regionales e internacionales ampliamente reconocidas en el campo gerontológico.
El creciente envejecimiento poblacional, junto al aumento de la expectativa de vida, impone el desarrollo de políticas públicas vinculadas a las personas mayores acordes con esta nueva realidad, que representa un desafío ético, social y político. En los espacios de la educación superior es decisivo definir a la educación permanente como un derecho humano que compromete al estado en el desarrollo de oportunidades educativas para todas las personas. Desde la década de los 70, comienzan los procesos de inclusión de las personas mayores como actores novedosos en los ámbitos universitarios desarrollándose programas de capacitación para este colectivo, incluyendo en la última década prácticamente a todas las universidades nacionales y extranjeras. El ámbito universitario constituye un bien nacional público, social y colectivo; por lo tanto con responsabilidades en la búsqueda de mejores soluciones a los problemas nacionales, en este caso, la construcción de políticas públicas para las personas mayores.
Nuestro país ha sido precursor en el enunciado de los derechos de la vejez, siendo la Constitución Nacional de 1949 un hito en la historia universal de los derechos de la ancianidad. Estos derechos han sido reafirmados en nuestro país mediante la adhesión en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y la Declaración Americana de los deberes y derechos del hombre (1948), por el Pacto Internacional de derechos económicos, sociales y culturales (1966) y el Pacto de San José de Costa Rica en 1969. Sostenidos por los principios de las Naciones Unidas a favor de las personas de edad, el año 1999 fue declarado como el Año Internacional de las personas de edad, con el lema «una sociedad para todas las edades», oportunidad en que la Asamblea General de las Naciones Unidas exhortó a los gobiernos a que incorporarán en sus programas nacionales los principios: «independencia, participación, cuidados, autorrealización y dignidad». Estas posiciones fueron refrendadas por la asamblea mundial sobre el envejecimiento (Madrid 2002) que impulsa a los estados hacia la atención de las prioridades emergentes del envejecimiento e insta a los gobiernos a convocar a la sociedad en su conjunto, con énfasis en la participación de las personas mayores. Finalmente, la Convención Interamericana sobre la protección de los derechos humanos de las personas mayores (junio 2015), reglamentada por nuestro país en 2017, viene a interpelar a los gobiernos y la sociedad en su conjunto resaltando que
la persona mayor tiene los mismos derechos humanos y libertades fundamentales que otras personas, y que estos derechos, incluido el de no verse sometida a discriminación fundada en la edad ni a ningún tipo de violencia, dimanan de la dignidad y la igualdad que son inherentes a todo ser humano.
Entre los derechos protegidos contempla los derechos a la igualdad y no discriminación por razones de edad, el derecho a la vida y a la dignidad en la vejez, el derecho a la independencia y a la autonomía, a la participación e integración comunitaria y, explícitamente en el artículo 20 enuncia el derecho a la educación
la persona mayor tiene derecho a la educación en igualdad de condiciones con otros sectores de la población y sin discriminación, en las modalidades definidas por cada uno de los estados parte, y a participar en los programas educativos existentes en todos los niveles, y a compartir sus conocimientos y experiencias con todas las generaciones.
En ese marco se inscribe el programa Club de Día, que funciona en la UNLa desde 2013. Este dispositivo fue creado en cooperación con el INSSJYP (PAMI) para el colectivo de las personas mayores con el objetivo de hacer realidad su derecho a la inclusión social con dignidad, promoviendo una ciudadanía activa y participativa en la comunidad.
Es una alternativa de atención diurna dirigida a personas mayores autovalidas en situación de aislamiento, no solo vinculada a factores económicos sino también condiciones familiares y sociales que pudieran desencadenar procesos de fragilización y/o dependencia. El programa se organiza en actividades de estimulación, cuidados y participación, con apoyo y seguimiento nutricional, en el marco de un espacio comunitario compartido y reconocido por las personas que participan, todos los días de la semana, durante 8 horas diarias, los doce meses del año.
Las acciones desarrolladas desde el CEPEM promueven el trabajo en equipos interdisciplinarios y transdisciplinarios, desde un enfoque interseccional para comprender la complejidad bio-psico-social de los procesos de segregación, discriminación y desigualdad social que afectan a las personas mayores.
Uno de los objetivos del Club de Día es hacer efectiva la operacionalización de los derechos; el respeto, la inclusión y la valoración de la diversidad en todas sus expresiones. En tal sentido, se desarrollan actividades a través de la promoción de acciones territoriales con el objetivo de fortalecer los lazos con la comunidad.
Salud Indisciplinada, otro nombre para la transdisciplinariedad
El equipo de investigación “Salud Indisciplinada” está conformado por personas que provienen de diversas formaciones disciplinares; antropología, enfermería, Letras y Psicología; algunas docentes del Departamento de Salud Comunitaria (DESACo), otras estudiantes de posgrado e investigadoras radicadas en el Instituto de Justicia y Derechos Humanos (IJDH), de la Universidad Nacional de Lanús. El equipo sostiene una pretensión transdisciplinar y no hegemónica en la concepción de salud; propone una Salud Colectiva vinculada al cuidado, como relación social para el buen vivir. El equipo de investigación “Salud Indisciplinada” se acerca al CEPEM en el marco del proyecto “Los efectos de la pandemia de COVID-19: estrategias comunitarias y derecho a la salud desde una perspectiva interseccional”, convocatoria Agencia I+D+i, PICTO-Género, 2022-035 y del proyecto “Estrategias de cuidado comunitarias y derecho a la salud desde una perspectiva interseccional” con el objetivo de identificar las iniciativas de participación y cuidado comunitario desplegadas durante la pandemia. Se parte del supuesto que la pandemia exigió nuevas formas de organización y vinculación social, re-creando espacios de participación y organización inéditos.
Cartografiando cuidados y derechos: nuestra propuesta metodológica
La metodología propuesta fue la “cartografía social”, que consiste en un proceso de construcción colectiva de mapas, una representación gráfica de nuevos sentidos espaciales, esto es, aquellas experiencias que le otorgan significado al lugar (Diez Tetamanti, 2018). El resultado es el propio proceso que se genera entre los sujetos participantes y las marcas singulares que se agregan al mapa.
En el momento que nos reunimos con la dirección y coordinación del CEPEM, el Club de Día se encontraba en pleno desarrollo de un ciclo de encuentros mensuales de intercambio en la Universidad, con personas mayores integrantes del Centro de Día del Hospital Dr. José A. Estéves. Este dispositivo psicosocial, creado en el marco de la ley de salud mental para promover una atención en salud mental con perspectiva comunitaria y enfoque de derechos, constituye una transición entre las salas y la inclusión en la vida en comunidad. Por ello se orienta al desarrollo de habilidades tanto para la vida diaria como para la socialización de mujeres que se encuentran institucionalizadas en el sector de “internación prolongada y rehabilitación social” con un promedio de 20 años de internación. Estos encuentros con Club de Día de la UNLa se organizan alrededor de cada uno de los derechos desarrollados por la Convención Interamericana sobre la protección de los derechos humanos de las personas mayores. La propuesta de cartografiar se integró a esta actividad, proponiendo con la cartografía mapear esos territorios de cuidado que pueden plasmarse a partir de la experiencia singular de sus participantes. Esta experiencia sería un modo de indagar sobre el cuidado desde la perspectiva de las personas que participan del Club de Día, al mismo tiempo que una manera de explorar ese derecho y su alcance. Hubo dos encuentros previos (a la cartografía) en los que conversamos sobre el proyecto, los objetivos y qué nos interesaba. Asimismo indagamos en esas reuniones previas de qué manera el trabajo podría contribuir con la tarea del CEPEM. A esos primeros encuentros le siguieron intercambios sobre posibilidades de actividad, vía mail y Whatsapp, hasta llegar a un acuerdo sobre qué íbamos a realizar y con quiénes. Desde el equipo de “Salud Indisciplinada” hicimos llegar previamente el derrotero de la cartografía a trabajar, para que sugieran modificaciones de ser necesarias. El derrotero es una guía de aspectos cartografiables, una referencia que indica hacia dónde nos dirigimos con la actividad, pero a su vez, pasible de ser modificada, según las circunstancias, el grupo y las necesidades de modificación de los objetivos (Diez Tetamanti, 2018).
Realizamos la cartografía antes de las elecciones nacionales de 2023. En aquella instancia las personas mayores manifestaron su temor ante la posible interrupción o desfinanciamiento del programa del que participan, temor fundado en discursos que dejan en un lugar secundario el bienestar y los derechos de las personas mayores. Cuando nos acercamos al espacio, luego de las elecciones que establecen a Javier Milei como presidente de la nación Argentina, ese temor se traduce en miedo y angustia.
Ubicando afectos en el espacio: la cartografía del CePeM
La cartografía en el espacio donde funciona el Club de Día del CePeM fue realizada el 17 de agosto de 2023, por la mañana, en medio de una lluvia torrencial y con alerta meteorológica de granizo y viento. Aún en esas condiciones hay que destacar la asistencia de las personas, la tormenta anegó muchas calles, sin embargo, las personas mayores estaban ahí, en la UNLa, esperándonos. Desde los amplios ventanales del edificio Remedios del Valle, donde funciona el Club de Día, vimos que había llegado la combi con las mujeres del Hospital Estéves. No alcanzamos a avisarles que dieran toda la vuelta e ingresaran por atrás (porque desde las vías de circulación formales el edificio no tiene acceso vehicular directo sino que se debe transitar un camino a la intemperie de casi una cuadra) cuando vimos que el grupo y sus coordinadoras habían descendido de la combi y se acercaban cubriéndose mutuamente y compartiendo paraguas entre varias. Esta escena podría ser una expresión concreta de la significativa importancia que representa este momento dentro de las estrategias para la desinstitucionalización: cuando el adentro es el encierro y el afuera es la lluvia y la intemperie, la única motivación para salir es la construcción de un sentido, la invención-consecución de un lugar que aloje, al menos temporalmente, esos cuerpos cargados de silenciamientos haciéndolos parte de un proyecto colectivo. Espacios y posibilidades provisorios pero absolutamente necesarios, como también el de la disponibilidad de la combi de la UNLa para el traslado de ida y vuelta todos los meses, sin la cual el proyecto no podría llevarse a cabo.
Por otra parte, en la UNLa, las personas mayores de Club de Día encuentran un espacio, en sus propias palabras “para no ser una carga para los hijos”, “para ocuparse de sí mismos”, para “aprender”, “encontrarse con otros” y “almorzar en compañía”, “hacer amigas” y “viajar”. Las personas mayores valoran del espacio la posibilidad de estudiar, en su mayoría poder acceder a una formación específica, en el ámbito de una universidad -eso le agrega valor a cualquier otro espacio donde puedan acceder a una formación. Aquí las personas mayores entran en contacto con profesores/as universitarios/as, comparten el campus con “gente joven”, conversan, se encuentran, se ríen y hasta colaboran muchas veces con proyectos como el nuestro o de algunas carreras que proponen actividades de investigación o vinculación con la comunidad. Si bien las actividades son consensuadas y está habilitada la posibilidad de plantear propuestas y reorientaciones mediante la participación activa en el espacio mensual de asamblea, hay otras actividades -como lo es este proyecto de intercambio- que son articuladas desde la coordinación y los/as participantes tienen la posibilidad de decidir su participación. De hecho algunas personas (en cantidad muy minoritaria) permanecen en la UNLa pero no se integran a las actividades el día de realización del proyecto2.
La representación que surge de la cartografía no pretende ser un plano o representación más o menos a escala de la universidad, sino que se orienta a expresar gráficamente las representaciones de las personas sobre este espacio, plasma lo tangible – los edificios y caminos, por ejemplo – y lo intangible también, esto es, la dimensión afectiva y subjetiva vinculada a lo material. En tal sentido, la cartografía permitió identificar el despliegue superpuesto de espacios y afectos vinculados al cuidado; concebido en un sentido relacional, complejo, integral y colectivo.
Salud Indisciplinada 2023
La cartografía expresa vínculos, relaciones, un espacio de encuentro, donde poder hablar, compartir, reírse, moverse, reconocerse y conocer a otros/as. También se visualiza como espacio donde poder hacer explícito incluso aquello que molesta, que distancia; un ámbito donde poder expresarse libremente, sin la obligación de estar siempre a gusto. Aparecen en algunos Post-it deseos, como “que aumenten las jubilaciones”, también aparecen en la forma de temor a “la discriminación”, “el prejuicio” y de denuncia “nos usaron para el ajuste”.
La cartografía del CePeM es territorio donde escribir para inscribir y dar estatus real a esos lugares que se habita y a los que se desea también, a esas personas que veo (compañeres de taller) y las que deseo ver (hijes/nietes); podríamos nombrarla como “cartografías relicario”, ese espacio donde darle entidad y trascendencia a aquello que valoro y me importa, encerrándolos en un corazón por ejemplo. Se observan mapas dentro de mapas que superponen al territorio común – conárboles siempre, algunos pájaros– el propio espacio, íntimo y personal. Se plasman corazones con los nombres de sus seres queridos, con los nombres del personal de salud al que agradecen por el cuidado que les brindaron durante la pandemia.
Detalle cartografía CePeM
Esta alusión al personal de Salud, que claramente es de mujeres del Centro de Día del Estéves visibiliza las diversas interacciones dentro de las múltiples dimensiones de los cuidados, superponiéndose y complementándose en el mapa con otras experiencias “saludables” de Club, que aunque también fueron promovidas desde el dispositivo, se dieron más en el intercambio entre pares.
También, sobre todo al inicio del desarrollo de los talleres y en el uso de los espacios en el mapa se evidenciaron ciertas «incomodidades». En el Club de Día puede advertirse un sentimiento de “invasión” — estábamos trabajando en “su” espacio, con invitadas no elegidas y con un equipo de investigadoras/es desconocido– manifestado mediante la dificultad inicial para disolver los modos de agrupamiento habituales o desde la resistencia de algunos/as participantes a firmar el consentimiento informado, aun participando de la actividad. De parte del grupo invitado, esa tensión pudo ser expresada verbalmente a través de una participante que dijo que ella hubiera preferido no salir con un clima tan adverso. Es interesante en este punto dar cuenta y analizar esa tensión entre la libertad de acción y ciertas pautas que marcamos desde los dispositivos, como partes constitutivas también de los cuidados, de modo que las estrategias puedan ser pensadas desde dicho conocimiento.
Se dibuja la combi que las trajo del Estéves. La combi es, por tanto, el nexo de unión entre el Centro de Día del Hospital Estéves y el Club de Día de la UNLa. Vehículo para la salida y la llegada para las mujeres visitantes, pero también representación de identidad institucional, que evidencia que somos nosotros/as (Club de Día UNLa) quienes traemos las invitadas “a casa”. Es importante tener en cuenta el poder de estas representaciones sobre la adjudicación de roles grupales (quienes son las personas anfitrionas, las invitadas y las “extrañas”), como así también de las actitudes de cuidados derivadas de los prejuicios y estigmatizaciones sociales presentes en toda la sociedad. Se plasman nombres y figuras de las personas del CePeM, se encierra en círculos que parecen reunir al final de un largo camino a esas personas que se encuentran en la UNLa, coronadas de la palabra alegría, una suerte de rayuela que termina ahí.
Las biografías que contiene la cartografía: trayectoria histórica personal/ institucional
La cartografía contiene la historia personal que se aloja en la institución, por ejemplo, aparece el portal de la UNLa. y destacada la fecha de entrada por primera vez “1/03/XX”, aparece también el registro de la fecha de hoy, ese transitar despierta emociones, invita también a recordar amistades perdidas, a relatar internaciones pasadas por quienes hoy participan del club de día. Con la pandemia como evento de la historia reciente una cartógrafa narra cómo “encerrada, solitaria casi me olvidé de vivir”. Eso contrasta con la historia compartida, por una edad que les iguala, expresada en la mención de “la boîite” que inventaron durante los encuentros virtuales, en los temas musicales “viejos”, de “la juventud” que comienzan a corear espontáneamente hacia el cierre del trabajo. Tristeza por quienes no están y, al mismo tiempo, fortalecimiento de la alegría en el encuentro.
La pandemia representó un quiebre, un tiempo de re-conocimiento, se habilitó la virtualidad. Plantearon que “nos conocimos más en pandemia”, se trató de un periodo y un espacio en que conversaron, festejaron cumpleaños; se sentaban frente a la cámara, con el mate/te, y se encontraban (viajaban) a través de la pantalla, en una nueva superficie virtual. Una de las participantes nos cuenta -el día que hicimos la devolución de resultados- cómo una de sus compañeras le pide en la pandemia que le envíe audios, pues “había pasado mucho tiempo sin escuchar voces”. Esto evidencia el lugar fundamental de haber mantenido esa conexión aún a la distancia.
Esos relatos de experiencias en pandemia tuvieron lugar a partir de la “invención” de un dispositivo sustancial desplegado desde la coordinación de Club de Día ante la declaración del aislamiento obligatorio, para sostener los vínculos de cuidados aún a la distancia. En principio, para garantizar el acceso a los alimentos, a la tecnología y a su uso, pero también para mantener las rutinas cotidianas y generar los apoyos necesarios para afrontar las sucesivas extensiones del aislamiento. De ese modo el territorio UNLa, se desplazó a un grupo de Whatsapp, dando lugar a la construcción de nuevos territorios virtuales: los contenidos se difundían también por Megafón, la Radio de la UNLa, en un espacio que denominamos Resistiendo sin Corona. Asimismo, mediante Zoom o videollamadas, el Equipo Técnico realizaba entrevistas con familiares y/o cuidadores/as en situaciones que así lo requirieran.
Un temor que regresa
Esta experiencia ejemplifica el modo en que las prácticas sociales de las personas mayores en el espacio universitario promueve un intercambio de saberes que fortalece los lazos entre la universidad y la comunidad y posibilita la adquisición de destrezas y habilidades para afrontar nuevas demandas, contribuyendo a la inserción socio-comunitaria y al empoderamiento del colectivo de personas mayores.
Sin embargo, el temor que aparece en la historia reciente se proyecta hacia el futuro y se expresa el “miedo de que cierre el CePeM”. El posible cambio de gobierno (en aquel momento) era vivido como amenaza “que no se sostenga el espacio”.
Los resultados del análisis nos conducen a definir el cuidado, incluyendo los elementos cartografiados, tangibles e intangibles, esos afectos que sostienen afectivamente y que producen de alguna manera salud. Planteamos inicialmente que todo cuidado implica “una relación social” cuya singularidad ocurre de acuerdo con el vínculo que se establece, entre quien/es, dónde, en qué momento. Ampliamos la forma de pensar el cuidado para definirlo como acontecimiento, el cuidado ocurre/acontece colectivamente en el encuentro, en los intercambios que se producen al reconocer a un otro/a y reconocerse a sí mismo en esa mirada.
La participación de esos espacios ocurre porque subjetivamente se siente bien, porque existencialmente da sentido en mayor o menor medida a la vida, porque hay una historia más o menos larga y compleja -sinuosa, de riesgos, frustraciones, pérdidas y logros- compartida. Y porque ese cuidado habilita nuevas formas de habitar/transitar el espacio cotidiano.
Algo permanece constante como amenaza latente, produciendo tristeza y angustia: la posibilidad que ocurra un día el cierre del espacio, porque la ausencia de recursos ocurra, porque el cambio en el gobierno retire el apoyo. Sin embargo, las cartografías muestran que en otras oportunidades -de la historia reciente- enfrentaron eventos adversos y siempre se encontró el modo de sostener-se en el vínculo, habilitando el cuidado y sostenimiento de la salud como dimensión fundamental de los vínculos.
Agradecimientos: a cada una de las personas que participaron de la actividad cartográfica con entusiasmo y generosidad, iluminando nuevas formas de cuidado y salud colectiva. Al equipo de Salud Indisciplinada, a sus integrantes que nos acompañaron en esta tarea de cartografiado.
*Anahí Sy es Antropóloga y Doctora en Ciencias Naturales, docente investigadora UNLa-CONICET
Silvia Molina es Magíster en Salud Comunitaria, docente investigadora y directora del CePeM
Gladys Martínez es Magíster en Salud Mental Comunitaria y docente investigadora UNLa
Este artículo es parte de los proyectos de investigación «Performatividad y derechos de las personas mayores: discursos, imágenes y mensajes que construyen la vejez y el envejecimiento»; «Los efectos de la pandemia de COVID-19: estrategias comunitarias y derecho a la salud desde una perspectiva interseccional» y «Estrategias de cuidado comunitarias y derecho a la salud desde una perspectiva interseccional».
[1]Universidad para Adultos/as Mayores Integrados/as (UPAMI) es un programa integral que crea un espacio universitario para personas mayores con el objetivo de promover el crecimiento personal, mejorar la calidad de vida y hacer efectiva la igualdad de oportunidades para el desarrollo de valores culturales y vocacionales.
[2] Esas decisiones se vinculan a las propias dificultades y prejuicios que enfrentan las personas mayores ante la posibilidad de compartir un espacio con mujeres que se encuentran internadas por problemas de salud mental.
Referencias Bibliográficas
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