Entrevista a Sofía Vasallo1, investigadora y miembro del Observatorio Malvinas de la UNLa
En vísperas de un nuevo aniversario del desembarco en las Islas Malvinas dialogamos con Sofía Vasallo quien dirige el proyecto de investigación “Voces de Malvinas. Archivo de las memorias de los/las combatientes”2 en nuestra Universidad y que durante el mes de marzo viajó por primera vez a las Islas. En esta entrevista relata sobre esa experiencia y su historia de trabajo académico en el tema.
¿Qué implicó e implica tu reciente viaje a Malvinas? ¿Cómo fue esa experiencia?
Habitar Malvinas, conocer Puerto Argentino, caminar los cerros, los valles, sentir el viento, la lluvia y el frío (de febrero), el sol y la calma, experimentar las distancias, atravesar los ríos de piedra, el fango, los pozos, encontrar los restos de material bélico, la ropa, las trincheras de los combatientes argentinos, ver la omnipresencia de los memoriales a los caídos británicos y los nuestros circunscriptos allá lejos en Darwin y percibir la inmensidad del archipiélago, un retazo de Patagonia en medio del mar, ayuda a comprender la complejidad del conflicto bélico de 1982, lo que muchos combatientes argentinos fueron capaces de hacer contra y a pesar de las defecciones de los altos mandos militares y todas las batallas que libraron después.
Cuando les conté del viaje a las islas a otros investigadores de la guerra, a los veteranos con los que trabajo y también a aquellos con quienes, a partir de la participación en Voces de Malvinas, vamos construyendo una relación de afecto y de respeto, se entusiasmaron, empezaron a mandarme data precisa sobre sus montes, sus ubicaciones, la de sus compañeros. Se ofrecieron a ayudarnos desde acá, mientras estábamos allá. Por eso fue tan fuerte la experiencia de hacer un viaje, no simplemente a título individual, sino en nombre de muchos. Las voces de los combatientes me acompañaron y guiaron mientras recorría los campos de batalla. Pude atravesar los ríos de piedra que ellos tanto mencionan, ver los frutitos rojos con los que engañaban el estómago, experimentar que, como ellos dicen, caminar por la turba es como caminar sobre un colchón y la lluvia que no sólo cae de arriba para abajo, sino que, por el efecto del viento viene de todos lados y hace muy difícil guarecerse.
Viajar a Malvinas es peregrinar a un espacio sagrado, regado por la sangre de nuestros compatriotas, al que vamos a saber sobre nosotros mismos, sobre los desafíos del pasado, del presente y del futuro.
¿Cuándo empezaste a trabajar como investigadora en la causa Malvinas?
En el año 2016, Julio Cardoso, fundador del Observatorio Malvinas en la UNLA, compañero docente en el Área Trandepartamental de Crítica de Artes de la UNA, me invitó a participar del proyecto Gráficas del pueblo. Memorias de la causa Malvinas en el paisaje. Se trataba de relevar y analizar las múltiples marcas (monumentos, graffitis, tatuajes, banderas, remeras, vehículos ploteados, objetos varios) con las que argentinos dispersos en todo el territorio nacional evocan la guerra de 1982 y la defensa de la soberanía. Julio me dijo: “mirá que Malvinas es un viaje de ida”. Sonreí. No me imaginé que iba a ser tan así.
Yo sabía poco y nada de la relevancia de Malvinas en la historia argentina y, específicamente, de la guerra de Malvinas. Nunca había, ni siquiera, jugado a los soldaditos ni mirado cine bélico y, sin embargo, creía que entendía y que podía explicar. Lo primero que descubro, gracias a Julio, es que, si de verdad queremos comprender, hay que investigar a fondo, aprender a escuchar a los protagonistas y desaprender las explicaciones reduccionistas, repetidas hasta el hartazgo en estos cuarenta años, que cancelan y obturan el abordaje de la complejidad. Y en este proceso, hay que dejar de ir a buscar en los testimonios, sólo eso que confirma las interpretaciones teóricas de las que partimos. Se trata de mirar, escuchar y analizar la pluralidad, los claroscuros, los matices y a partir de ahí producir interpretaciones que aporten a la comprensión de la multidimensionalidad de la guerra, que no clausuren, que no cierren; sino más bien que abran y habiliten el surgimiento de nuevos interrogantes y respuestas.
Lamentablemente, Julio falleció en 2017. Pensador y artista nacional, poeta, dramaturgo, cineasta, ya no está entre nosotros; pero nos dejó bien pertrechados y con un rumbo claro y definido. Además de investigaciones y cursos, tenemos cortos, películas y documentales, una muestra de artes visuales, un manual, un cancionero, un museo virtual, un programa de radio y hasta una obra de teatro. Mucho está disponible en la entrada del Observatorio Malvinas en la página de la UNLa http://www.unla.edu.ar/observatorios/observatorio-malvinas/presentacion.
Con la conducción del veterano de guerra César Trejo continuamos con la producción a un ritmo vertiginoso. Después del trabajo sobre las Gráficas del pueblo, analizamos la obra teatral Campo minado, dirigida por Lola Arias, protagonizada por veteranos argentinos y británicos de la guerra de 1982 http://www.unla.edu.ar/documentos/observatorios/malvinas/Campo%20Minado%20y%20las%20sutiles%20formas%20de%20la%20dominacion%20colonial%20britanica.pdf. Con Juan Natalizio investigamos, por un lado, las movilizaciones a la Plaza de Mayo del 2 y el 10 de abril y el 15 de junio de 1982 y, por el otro, cómo aparecen en la prensa británica la recuperación de las islas Malvinas y esas movilizaciones. Sintetizamos resultados de estas investigaciones en los cortos: Malvinas: las voces de la plaza https://youtu.be/8oo2PLcyJr8 y Malvinas, la Argentina y el fantasma de Perón https://www.youtube.com/watch?v=3b_4sX0SNVc&t=59s, editados por Luciano Zerr de Megafón. También, estudiamos cómo vivieron el cese del fuego combatientes del Ejército Argentino y trabajamos en la realización del documental: 14 de junio de 1982: “perdimos una batalla; pero no la guerra”.
Además, dirijo el proyecto Voces de Malvinas. Archivo de las memorias de los combatientes para registrar, preservar y analizar los testimonios de los protagonistas de la guerra de 1982. Una obra colectiva abierta y federal que llevamos adelante junto a otras universidades, escuelas, institutos de formación docente, organizaciones de veteranos y familiares y reparticiones públicas de distintas regiones del país. En la UNLa, integran el equipo y son el motor fundamental del proyecto los estudiantes de Audiovisión: Laura Mendoza, Brenda Scoles, José Luis Lemos, Mario Leonel Michno; de Relaciones Internaciones: Dante Montenegro; de Ciencia Política y Gobierno: Sofía Bedino, Abril Elías, Martín Madía y la graduada en Educación Cristina Bedolla. Además, del significativo aporte que constituye en sí mismo el archivo, el trabajo periódico de estudiar los mapas, la topografía, las unidades militares, los combates, recibir a los veteranos y charlar con ellos, es una experiencia que produce profundos impactos en todos los que participamos de ella. https://www.youtube.com/@vocesdemalvinas
Y sí, como me anunció Julio Cardoso, Malvinas es un viaje de ida.
En la foto Sofía Vasallo, crédito Alejandra Barrutia
Durante 2022 desde el Observatorio Malvinas de nuestra Universidad organizaron el Congreso «Voces de Malvinas 40 años después» este viaje a las Islas ¿sería una especie de «cierre» de ese Congreso?
Más que un cierre es una reafirmación del camino colectivo iniciado en el Congreso Voces de Malvinas cuarenta años después. Volví con nuevas preguntas y el compromiso renovado de seguir trabajando con las voces de Malvinas para comprender, recordar y actuar.
¿Por qué las Universidades deben estudiar e investigar la causa Malvinas?
La guerra es una experiencia terrible que deja hondas huellas en la vida de los pueblos cuyos hijos participan de una acción colectiva en la que se disponen a dar la vida y, de hecho, algunos no regresan. La guerra de Malvinas es uno de los acontecimientos más relevantes de la historia argentina, extremo, difícil, paradojal. El 2 de abril de 1982 se produce la recuperación de las islas Malvinas (territorio usurpado por una potencia extranjera, sobre el cual la Argentina reclama el ejercicio pleno de su soberanía, desde sus orígenes), llevada adelante por un gobierno ilegítimo, de facto, genocida. Una dictadura sumisa al poder mundial encara la recuperación territorial que constituye un acto de insubordinación nacional, una experiencia de convergencia e integración (de clases sociales, procedencias geográficas, tradiciones políticas) frente al adversario histórico de la Argentina, Gran Bretaña, por una reivindicación legítima.
Cuarenta años después, el gran desafío para las universidades, para los investigadores continúa siendo arremeterle a la complejidad y superar los dos modelos interpretativos instalados que describe Rosana Guber (la antropóloga que más ha contribuido a legitimar los estudios de la guerra de 1982 en el sistema científico nacional y con quien tuve el honor de viajar a las islas). Por un lado, en el marco de los estudios de la historia del pasado reciente se reduce a la guerra de Malvinas a un hecho político motivado por la búsqueda de legitimación del último gobierno militar, abstrayéndola de los casi dos siglos de luchas emancipatorias. Por otro lado, cierta historiografía militar presenta la guerra como gesta patriótica, en la serie de luchas emancipadoras de los argentinos, eludiendo el contexto inmediato de la dictadura. Ambas son modelos reduccionistas, simplificaciones que obturan la comprensión de la complejidad del conflicto bélico de 1982. Uno abstrae la guerra de la historia larga de la Argentina y otra de la historia corta, del contexto político en el marco del cual se produce.
Frente a este desafío de animarnos a dar cuenta de la complejidad, en el Observatorio Malvinas, tenemos grandes maestros que nos incitan a poner el foco en un protagonista fundamental, muchas veces ninguneado por la historia oficial: el pueblo argentino. Para eso nos entrenan en la escucha, la mirada atenta a las voces del pueblo: las voces de los combatientes de 1982, la de los argentinos que salieron masivamente a las calles y a las plazas y organizaron campañas diversas para apoyar la recuperación territorial y las que, durante los últimos cuarenta años, contra todas las políticas del olvido, se las ingeniaron para mantener viva la memoria de ese acontecimiento histórico.
Hace más de cuarenta años, desde adentro y desde afuera de nuestro país, que nos quieren convencer de que ya está, que las Malvinas son apenas dos islitas, que no tiene sentido tratar de recuperarlas, que hay que abandonar la causa de la defensa de la soberanía, que esto es lo que nos toca en el sistema de poder mundial y que no podemos hacer nada para revertirlo, que en este mundo global ya no importan los países y las fronteras, que para ser un exitoso ciudadano del mundo tenés que renegar de tu historia, de tu tierra y de tu gente. Por eso una disputa fundamental por la soberanía es la que se libra en los corazones y en las mentes de nosotros los argentinos y en esta batalla cultural las instituciones educativas tienen un rol central.
Malvinas es uno de los pocos temas capaces de unir y re-unir a la mayoría de los argentinos. Lo vimos actualizado en el mundial: “por los pibes de Malvinas que jamás olvidaré” y en la admiración de otros pueblos de la tierra que no es sólo futbolística, sino que tiene su origen en la rebeldía argentina contra los usurpadores.
1- Sofía Vasallo es Doctora en Ciencias Sociales
2- El proyecto pertenece a la convocatoria Amílcar Herrera 2021