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Milei y el MERCOSUR: Los costos de una política de desprecio

A diferencia de otras escuelas de las relaciones internacionales, la economía política internacional observa las relaciones globales como el producto de la permanente interacción entre el mercado y el Estado. Frente a la lógica del capital que busca desterritorializar su accionar aprovechándose de recursos y consumidores a lo largo y ancho del globo, los Estados tienden a preservar sus espacios en pos de priorizar su producción, su tecnología y su empleo por sobre el de los demás.

Esta relación ha ido variando a lo largo de la historia con momentos de mayor hegemonía para las fuerzas del mercado, y otros donde quienes primaron fueron las fuerzas del Estado. En particular, y tras la pandemia, sin duda, lo que estamos observando actualmente a nivel global es un repunte del peso de los Estados y el proteccionismo, como forma de reequilibrar, sobre todo en los países más poderosos, la relación entre producción y seguridad nacional (por ejemplo, en relación con los insumos médicos críticos) y apostar a la defensa del empleo.

Esto puede observarse claramente en el reimpulso de las políticas industriales en Estados Unidos, con un fuerte componente de subsidios, o en la crisis casi terminal de la Organización Mundial de Comercio que no logra cerrar su ronda de negociación, pensada en el camino de una mayor apertura de los mercados.

Es decir, que el contexto global, antes que reducir el rol de los Estados en la esfera de los fenómenos económicos internacionales, lo está incrementando, dejándolos entonces como el principal instrumento de apertura de mercados a partir de negociaciones de tipo político o mediante la construcción de acuerdos. En este contexto, la idea de ampliar el comercio por la mera fuerza del mercado se vuelve una quimera.

Hay un elemento más a tener en cuenta: China. Si bien es cierto que el gigante asiático, como toda potencia hegemónica, se ha convertido en un defensor discursivo del libre comercio, su práctica se presenta alejada de dicha lógica sobre todo en tanto es el Estado chino quien regula, a partir de sus empresas, su comercio exterior. Por ello, nuevamente, plantear que se está en el mundo de la no intervención estatal, al tiempo que se plantea al gigante asiático como posible mercado de expansión o incluso como principal actor global, es un sinsentido.

Sin embargo, en esta línea parece navegar el gobierno argentino, respetando los enunciados del presidente quien con claridad durante la campaña electoral planteó que el Estado no debía inmiscuirse en las relaciones económicas internacionales, dejando al mercado definir cómo y con quién se comerciaría.

MERCOSUR, ausencias y después

En este marco, el destrato del presidente Milei hacia el MERCOSUR, con su ausencia de la Cumbre de presidentes no ha sido más que un hecho de coherencia con su planteo. Sin embargo, las posibles consecuencias de esta acción no son menores.

Simplemente para poder retomar el argumento de la importancia de los Estados en la economía internacional, vale recordar que nuestro actual principal socio comercial, Brasil, no lo era ni por cerca antes de la creación del MERCOSUR. Fue la decisión política de Alfonsín y Sarney a mediados de los años ’80 empujados por necesidades políticas antes que económicas las que iniciaron un camino que sería continuado en la Argentina por el menemismo y reforzado por la década kirchnerista, logrando así la creación de un comercio que anteriormente era prácticamente inexistente.

Es decir que la decisión política construyó el marco de posibilidad de las relaciones económicas. De aquel momento a esta parte Brasil se convirtió en el principal socio comercial, llegando en la época dorada del MERCOSUR a mediados de los años 2000 a explicar cerca del 35% de las exportaciones argentinas (Brasil cerca del 30%). Esos números ya son parte del pasado por diversas razones, entre ellas la penetración china que ha reemplazado con fuerza proveedores locales, pero aún así, Brasil significa para la Argentina el 20% de sus exportaciones las cuales además son principalmente de origen industrial.

Si llevamos esto a la provincia de Buenos Aires, los datos son aún más decisivos ya que un cuarto de sus exportaciones se dirigen al país vecino, siendo el 70% de estas productos con alto valor agregado, principalmente vinculados a la industria automotriz, metalmecánica y química.

 A estos datos más conocidos podemos agregar otro más. Estos sectores, fuertemente dependientes del mercado brasileño concentran en la provincia de Buenos Aires más del 50% del empleo sectorial nacional. Es decir que el impacto de una buena (o mala) relación con Brasil es más determinante en la Provincia de Buenos Aires que en cualquier otra, lo cual es lógico ya que es la única que tiene en la distribución de su Producto Bruto Geográfico una preminencia del sector industrial.

Todo esto está en riesgo frente a una degradación de la relación con Brasil. Obviamente nada es inminente ni automático, pero si es un eslabón más en un camino de des-integración que cada vez se percibe como más fuerte en la región y frente al cual, la Argentina debería ser un feroz opositor. En este punto vale la pena recordar la famosa frase del economista liberal Rudiger Dornbusch formulada frente a la creación del MERCOSUR: “Brasil crecerá de cualquier manera, mientras que la Argentina estaba destinada a decrecer. Por ello, la integración es un buen negocio para Brasil, que no pierde nada en el trato, y, sobre todo, es un fantástico negocio para la Argentina”[1].

Sin embargo, el gobierno de Milei se desinteresa de la situación y abandona la silla en un espacio donde se discuten entre otras cosas el acuerdo del MERCOSUR con la Unión Europea, con Corea del Sur, con Canadá. También otros temas como la vigencia del acuerdo flex del MERCOSUR que regula el comercio de autos con Brasil, o las cuestiones asociadas a la lucha común contra distintas plagas y enfermedades que pueden generar el cierre de mercados agroganaderos.

Abandona la silla y ofende en la misma jugada al presidente del país anfitrión, Santiago Peña, a quien le rechazó la invitación, al de Uruguay, Luis Lacalle Pou, con quien incluso podría compartir argumentos en torno a la flexibilización del bloque; al de Bolivia, Luis Arce, cuyo país se aproximaba a ser socio pleno del bloque y, por supuesto, al de Brasil, al que además de insultarlo, lo agravia yendo a un acto en su país de su principal opositor.

Pero bueno, si el ciclo global tendiera al libre mercado, la mirada de los presidentes y los Estados, sobre sus economías sería menguante y este dato no sería tan importante. El punto es que como vimos, esto no es así, y la lógica indica que lo que tendremos en los próximos años será un mayor déficit y una mayor dificultad en relación con el recurrente problema nacional de la restricción externa.

Hay de todas formas una chance de que esto no ocurra asociada al desarrollo de los combustibles y la minería, sectores que podrían brindar una oportunidad frente a la caída de otros mercados, por su componente estratégico. Siendo positivos y confiando en la posibilidad de que esto ocurra, ¿no sería mejor intentar conservar lo que se tiene y sumar nuevas oportunidades?

Aún así, volviendo a poner los ojos en la Provincia de Buenos Aires, este posible camino no sería una solución a sus problemas sino, por el contrario, llevaría tendencialmente a un mayor desempleo en virtud de su estructura productiva. Por ello la defensa de la integración regional tiene que ser una prioridad como marco de posibilidad de la supervivencia de su diversidad productiva. Y en este camino, sin dudas Brasil y su gobierno son piezas fundamentales con el cual, por responsabilidad histórica, por intereses presentes y por voluntad de un futuro común no podemos ni debemos distanciarnos.

Damián Paikin es Doctor en Ciencias Sociales, especializado en procesos de integración regional con énfasis en el MERCOSUR, investigador y docente titular de Política Internacional de la UNLA.


[1] “Las relaciones en el Cono Sur: Iniciativas de Integración”; pág. 313 Luis Moniz Bandeira.

Referencias

Moniz Bandeira, Luis “Las relaciones en el Cono Sur: Iniciativas de Integración”, en Rapoport, Mario y Cervo, Amado (comp.) El Cono Sur. Una historia en común, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, pág. 313.

Damián Paikin

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