La pandemia ha reconfigurado el trabajo en todo el mundo y está dejando como consecuencia la pérdida de millones de puestos. En la Argentina, los más afectados son los trabajadores informales y los pequeños y medianos empresarios. En esta entrevista Enrique Deibe, director del Instituto de Investigación de Producción, Economía y Trabajo de la UNLa, habla acerca de cómo será el futuro del trabajo en nuestro país. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), para la segunda mitad del año –es decir, la que estamos transitando- la pérdida de puestos de trabajo ascenderá a 590 millones de empleos en todo el mundo; a ese número, además, hay que sumarle los perdidos durante la primera mitad de 2020, que fueron 500 millones. Estas son algunas de las consecuencias de la “crisis del coronavirus”. En el país la pobreza ha ascendido un 5.5 por ciento respecto al mismo período de 2019, lo que da como resultado que un 40.9 por ciento de las y los argentinos son pobres.
–¿Cómo era la situación del empleo en la Argentina cuando asumió Alberto Fernández? ¿Cómo ha sido el panorama del empleo en los últimos diez años?
–El gobierno de Macri generó una situación de deterioro permanente que se vio agravado en los últimos dos años con aumento en niveles de pobreza, informalidad y desempleo, con una recesión que fue cada vez más importante y con tasas de desempleo del orden de los dos dígitos. En el último año de su gobierno se volvió a una situación de precarización del empleo de casi diez años atrás; asimismo, el desgaste generado en la sociedad, producto de las políticas implementadas por Macri y por el endeudamiento feroz y único en la historia, ha dejado una situación de dificultad muy grande en materia de empleo. Por esta situación, Alberto y Cristina asumen en un estado de máxima gravedad económica y social. A los pocos meses de que llegaron al gobierno, cuando empezaban a vislumbrarse políticas para salir de esta profunda recesión, todo el panorama se vio agravado con la aparición del coronavirus. Pero no hay que dejar de tener presente la situación desastrosa que le dejó al país el peor gobierno de la historia argentina.
–¿Cómo se ha presentado la situación del empleo en el país en la pandemia?
-La pandemia ha generado un deterioro de la economía a nivel mundial con caídas del orden del diez por ciento del PBI, un importante crecimiento del desempleo y la pobreza y, fundamentalmente, mucha incertidumbre hacia el futuro, hacia la salida en la pospandemia. Nuestro país no es ajeno a esto, sin embargo pese a la difícil situación heredada y pese a la compleja situación sanitaria, el gobierno tomó decisiones fundamentales preservando a los sectores más vulnerables en primer lugar y protegiendo y cuidando la salud de las y los argentinos, implementando medidas de planes importantes de protección para los sectores con más dificultades como el IFE, que alcanzó a nueve millones de personas, y el Plan Alimentario, que se suma a la política de la Asignación Universal por Hijo (AUH); también tomó medidas en el orden laboral de suma importancia atenuando, como pocos países, el impacto de la grave situación; las medidas como la prohibición de despidos y suspensiones y el apoyo a los salarios y a las empresas, sobre todo a las pymes, a través de créditos y subsidios para pagar salarios. Esto posiciona a la Argentina como uno de los países con mejores políticas de contención en este momento tan difícil.
–Cuando pase la pandemia ¿cuál será el futuro del trabajo en la Argentina?
–El escenario pospandemia se caracteriza por una disputa muy fuerte entre los sectores más reaccionarios y de capital concentrado y los gobiernos progresistas y el conjunto del pueblo que retoman la concepción de un Estado al servicio del bien común y que alienta un modelo de desarrollo productivo sobre la base y los valores del trabajo y la producción. El trabajo, se ha comprobado y se ha visto con claridad, es el que genera riqueza y mejores condiciones de vida en la sociedad y el que permite el crecimiento, el desarrollo de las personas además de ir configurando su propia subjetividad. El año próximo es esperable tener una recuperación importante de la economía, a través de políticas públicas, y el centro seguramente será el trabajo como factor de estructuración de la sociedad. Creo que el país empezará a retomar una senda de crecimiento y de desarrollo sostenido que nos permitirá ir hacia una Argentina más productiva y con pleno empleo.
Al mismo tiempo, nos estamos enfrentando a los desafíos que genera el desarrollo de la innovación y la tecnología, con un nivel de aceleración que caracteriza a esta etapa por su velocidad y profundidad de cambio. Esto exige trabajar en la formación y educación como un factor determinante de la igualdad de oportunidades para los jóvenes y para la generación de empleo de calidad. La era digital en la que vivimos nos exige un gran compromiso de la sociedad para imponer las condiciones de desarrollo y que no quedemos bajo la determinación de la propia tecnología.
La revolución industrial 4.0, la Big data, la inteligencia artificial y la cada vez más presente economía de las plataformas requiere de un Estado activo, con políticas públicas, actores sociales capaces de que estas sean un vector de desarrollo con justicia social y equidad o, de lo contrario, entraremos en una nueva etapa del capitalismo en un modelo avanzado de dependencia y explotación. Creo que para el futuro del trabajo tenemos la necesidad de pensar una sociedad más integrada, más justa, más equitativa, con justicia social.
–¿Cómo quedarán los trabajadores en este nuevo escenario?
–En el 2019, en el centenario de la OIT, el organismo dio a conocer una declaración en la cual se planteaban los desafíos del futuro del trabajo y ponía el eje y el centro en las personas y en la importancia en el desarrollo de las personas en términos de mayor formación, capacitación, mayores posibilidades de acceder a la complejidad de los nuevos puestos de trabajo que se van creando.
Hoy tenemos en los niños una generación digital que va a vivir un mundo muy diferente, un mundo donde todo va a ser digital y me parece que debemos hacer un gran esfuerzo para que esos niños puedan desarrollarse en una sociedad más justa, más equitativa, una sociedad con un medio ambiente sostenible, con el cuidado del planeta como una necesidad imperiosa hacia el futuro con una deuda que tienen las generaciones con las generaciones futuras. Me parece que va a ser un futuro complejo, de mucha tensión, de mucha disputa y con la expectativa y la esperanza de que realmente las fuerzas populares, los gobiernos progresistas puedan tener cada vez más posibilidades de gobernar los países y de generar mejores condiciones de vida para todos.
–¿Cuáles son las principales líneas de investigación del IPET?
–El IPET tiene líneas de investigación definidas por el Consejo Superior de la Universidad. Respecto a Economía y Trabajo se plantean líneas que tienen que ver con el análisis y la prospectiva de la estructura y el comportamiento macroeconómico; para eso tenemos equipos que trabajan en nuestro Instituto. Un investigador del Conicet, con su equipo de trabajo, se ha incorporado recientemente y la verdad nos genera una muy buena expectativa hacia el futuro. Ellos desarrollan temas de política macroeconómica, cuestiones monetarias y de restricciones de la moneda, entre otros. También tenemos pensado trabajar con ellos en líneas vinculadas a temas de ingreso, de ocupación y de empleo.
Hay análisis de los fenómenos de empleos vinculados al mundo del trabajo como las relaciones y las organizaciones laborales, los desequilibrios cualitativos de la fuerza de trabajo y los instrumentos para su superación, comportamiento y requerimiento del sector social de la economía que cada vez son más importantes y ocupan una gran cantidad de trabajadores.
El comportamiento y el requerimiento del sector social de la economía es uno de los principios importantes en materia de investigación para el IPET, los efectos socioeconómicos del sistema de seguridad social y cómo impacta en la sociedad y en el futuro. Además tenemos previsto colaborar en otras instancias con la Universidad: en la determinación de relaciones de trabajo vinculadas con la educación y la salud, por ejemplo.
Hay una fuerte tradición en temas vinculados a Ingeniería en la UNLa donde también el IPET tiene un desarrollo muy importante. Hay muchos investigadores que trabajan los temas de innovación tecnológica, otros trabajan con cuestiones alimentarias –otro asunto importantísimo-: particularmente en esa área tenemos investigadores del Conicet. Estamos trabajando, también, con temas relacionados con el medio ambiente y cómo se vincula al mundo laboral.
A pesar de que no estamos en el ámbito privilegiado que tenemos, que es el campus de la UNLa, por la política de aislamiento, estamos trabajando en un proyecto para poner en marcha un observatorio de la producción y sociolaboral: la idea es que esté listo para el año próximo. Esto permitirá la elaboración de informes de coyuntura, estudios sobre economía popular y sobre la precariedad y el trabajo social y tenemos también, como uno de los objetivos, realizar una encuesta para la zona sur del Conurbano sobre empleo y producción con una elaboración propia del IPET. Este trabajo creemos que nos va a vincular con diversas áreas dentro de la Universidad como también con actores del sector privado, cámaras empresariales, sindicatos y ámbitos públicos del gobierno nacional, provincial y municipal.
Tenemos muchos desafíos por delante y esperamos poder avanzar en estos objetivos y proyectos que seguramente nos permitirán volver con mucha fuerza el año próximo. Seguiremos trabajando en el crecimiento y desarrollo de la investigación como clave para apoyar las políticas públicas y el desarrollo de la sociedad.